Tras descubrir sus nombres e indagar un poco, los acontecimientos se precipitaron. Aquella fotografía antigua había resuelto el misterio de su paradero. Sabíamos ya el lugar donde vivían y no tardamos en encaminarnos hacia allí, casi de madrugada, para sorprender a los ladrones in fraganti cuando se marcharan.
La espera de un par de horas se hizo larga, pero ya casi al alba, rozando el amanecer, dos figuras vestidas de negro abrieron la puerta y dieron un par de pasos. Bock llevaba una gran maleta, quien sabe si llena de dinero en una mano y en la otra sostenía un sobre rojo. Sin dudarlo me abalancé sobre ellos, pero al darse cuenta de mi reacción los dos giraron de golpe y metiéndose en el acto de nuevo en su casa cerraron la puerta contra la que me di de bruces.
Intentando buscar la cerradura inexistente de la puerta reparé en que esta se abría con una contraseña y sobre todo, en algo mucho más importante, que ante el susto de verme delante de la entrada de su casa a Bock se le había caído el sobre rojo destinado para mí…
Sonreí, lo abrí muy lentamente, y comencé a leerlo:
Ha sido un placer JUGAR contigo, lamentamos que no fueras lo bastante bueno para atraparnos, quizás cuando leas esto, estemos ya lejos, muy lejos de aquí, pero nos hemos divertido así que te hemos dejado un pequeño regalo en nuestra casa… La clave para entrar está en el origen, haz memoria de nuestra aventura, puesto que aún nos queda un As en la manga…
Sus palabras les habían traicionado. Tenía, según él, todas las pistas a mi disposición repartidas a lo largo de todo el caso para resolver este último enigma, la contraseña final de la puerta que me llevaría hacia Bock y su esposa.
Finalmente todas las cartas estaban sobre la mesa y el juego, al contrario de lo que pensaban los ladrones, no había hecho más que comenzar.
Clave de la prueba
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*La clave debe ir escrita toda en minúsculas y sin acento
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