Llegando al hotel recordé que sólo nos dieron una llave de la habitación, y decidí guardarla yo, para evitar percances típicos de los viajes con Ernest. Así que esperaba ver a mi amigo aguardándome debajo de la gran concha que cuelga de su fachada.
Al llegar no estaba Ernest, ni la llave del hotel… La había perdido en el chupinazo, entre saltos y empujones. Le expliqué la situación al recepcionista y me dijo que, por motivos de seguridad, no podía darme otra llave hasta que no le dijera la contraseña del hotel. Al parecer, cuando nos registramos, nos explicaron las consecuencias de perder la llave, pero con la emoción de la llegada no hicimos mucho caso.
Me suena que nos contaron la historia de la zona del hotel y nombraron una antigua rua. Tal vez eso tenga que ver con la contraseña.