Al llegar a la plaza del ayuntamiento, Ernest y yo no lo podíamos creer, ¿Cómo en un sitio que parece tan pequeño puede entrar tanta gente? Caminando entre la multitud conseguimos llegar al centro de la plaza, alrededor sólo veíamos blanco y rojo. Cuando faltaba poco para la hora del chupinazo, toda la gente de la plaza, empezaron a levantar sus pañuelos rojos, agitándolos en el aire, al grito de ¡San Fermín! ¡San Fermín!
Los pelos de punta.
A las 12:00, el alcalde y la comitiva municipal salieron al balcón del ayuntamiento, encendiendo el primer cohete y tras exclamar con voz entrecortada, por la emoción: Pamploneses, Pamplonesas, Viva San Fermin, Gora San Fermin.
El chupinazo rasgo el aire pamplonés y con el estallido la plaza enloqueció, saltando, gritando, y cantando. Fue tal la euforia, que cuando me giré para buscar a Ernest… ¡ya no estaba! Se había perdido entre las mareas humanas de la plaza.
Más vale, que habíamos acordado un punto de reencuentro por si esto pasaba. Cuando llegamos ayer por la noche, paseamos por los alrededores del ayuntamiento y quedamos para encontrarnos en un lugar cercano, recuerdo que había 6 conchas y cadenas que marcan el camino. ¿Dónde estará este punto de encuentro?