El misterio de donde estaban las cadenas empezaba a desvelarse, ya sabíamos que su nombre era Luis alias el Restaurador, que tenía algún que otro compinche, una gran mujer que sin duda no merecía y lo más importante de todo; que las cadenas estaban escondidas en su casa.

Pero el dato importante que se nos escapaba vino de la mano de nuestro siempre eficiente soplón, la localización de su casa. Al llegar a ella nos encontramos un candado algo raro, ya que no eran números sino letras lo que se interponía entre nosotros y la clave final del enigma de las cadenas de Navarra. Tras examinar la puerta con cuidado, una inscripción rasgada con llave en el canto en la puerta nos dio la siguiente pista, decía así:

Viejo, alto y callado te veo desde mi ventana todos los días saludar al sol, dime tu nombre cuando me falle la memoria