Algo fuera de sus cabales, cuentan que el restaurador es un tipo raro, muy raro. No se ve con nadie, habla poco, dicen tiene una esposa enigmática, que ansía las reliquias misteriosas que no tiene y que es profundamente supersticioso. Siempre, por una extraña manía nuestro ladrón frecuentaba cada martes de madrugada la catedral y por el soplón sabemos que una de las pistas tiene que ver con ella.

Buscando más información me acerqué hacia allí una noche, y mientras comprobaba que no me seguían, me topé con Lila a la que llamo cariñosamente la Timadora… Compañera de turbia juventud, de pendencias, de tabernas y dueña hoy de una destartalada pensión, ha tenido la suerte de ver a nuestro ladrón alguna madrugada y lo que es más importante, DE OÍRLE, pues para mi asombro y perplejidad Lila me contó que todas las noches realizaba el mismo ritual: subía uno a uno todos los escalones de los accesos a la catedral y rodeaba cada una de las columnas de su fachada, al terminar no dejaba de repetir un número…

¿Será esa una pista o realmente estará loco de verdad?