Tras descubrir el nombre en clave de la operación, volvimos a dirigirnos hacia el Hotel para abrir la caja fuerte de la recepción. Funcionó. Una vieja maleta de cuero estaba apunto de acercarnos un poco más al tesoro de Aguirre y Oquendo.

Los papeles que contenía no eran sino la copia mecanografiada de una carta que Gustav envió a París, concretamente a un anticuario y cómplice suyo. En ella le hablaba del supuesto descubrimiento y le rogaba que cogiera inmediatamente un tren a España para tasar el hallazgo. Si este era, como Gustav esperaba, el tesoro perdido de el Dorado, deberían andarse con mucho cuidado.

Para tomar todas las precauciones posibles, y evitar la maldición, aquel ladrón de arte francés había dejado escondida, a buen recaudo entre las piedras de uno de los monumentos religiosos más importantes de San Sebastián, más información relacionada con el caso. El enigma y la clave para encontrarlos enviados al anticuario de París, decía así:

 Mi querido Louis, cuando llegues a la ciudad, justo debajo de una de las Joyas de Donostia, has de visitar a tu celestial madre, y con su sagrada guía, tendrás que mirar más allá de todo lo que tienes ante tus narices y seguir a tu espíritu, solo así podrás ver el lugar donde está escondido el tesoro.

Cada vez estábamos más cerca, era momento de observar todo detenidamente y como buenos marineros ávidos de riquezas, encaramarnos al mástil de proa para otear el horizonte.

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*La clave debe ir escrita toda en minúsculas y sin acento

  • ¡Respuesta incorrecta! ¡Respuesta correcta!
    La investigación continúa en el puerto
  • Comprobar
Pista 1
Es importante la colocación
Pista 2
Sitúate delante de la virgen de la puerta y debajo del "Espíritu"
Pista 3
Sigue la mirada del espíritu (el pájaro), y mira mas alla de lo que tienes en tus narices para descubrir el escondite del tesoro
Solución
Desde esa situación, en dirección recta podemos ver la "catedral" de San Sebastián.